“Llevaba viviendo aquí más de treinta años cuando vi mi primer delfín en estas aguas —dice una sonriente Wietske Hoekstra mientras guía la embarcación por las brillantes aguas del suroeste de Ibiza—. Un día, una manada de delfines surgió de la nada y se puso a nadar junto a nuestra proa. Esa velocidad, esos saltos… No pudimos hacer otra cosa que ponernos a reír de la emoción. Para mí fue un momento muy emotivo”.
Nacida en los Países Bajos, Wietske Hoekstra llegó a principios de los años ochenta a las costas de Ibiza con la intención de dedicarse al sector del chárter náutico. Cuatro décadas después, es conocida como “la mujer que susurra a los delfines” de Ibiza, debido a su vínculo único con estas inteligentes criaturas. “Aprendo mucho de ellos. Son increíblemente sociables y están llenos de alegría”. No tardamos en avistar varias aletas en la distancia. “Creo que ya reconocen el sonido del barco. Sin lugar a dudas, los más viejos reconocen mi voz”.
Thinfin (Aletafina), uno de sus favoritos, llamado así por su aleta dorsal dañada, se acerca a nosotros. “Cada delfín tiene su silbido característico, como si fuera su nombre. Una vez, haciendo buceo, oí a una madre llamar a su cría para que se alejara de mí. Presenciar ese momento de confianza e instinto fue increíble”.
Wietske estima que, en la actualidad, unos treinta delfines viven en las aguas de Ibiza, si bien la composición de las manadas cambia constantemente por factores como el clima, la comida y las rutinas de descanso y de socialización. “Mantienen una sociedad de fisión-fusión, donde los machos se unen en grupos, las hembras permanecen más tiempo con sus madres y, en ocasiones, distintas manadas se juntan con el único fin de jugar. La verdad es que se parecen mucho a nosotros”.
Wietske también es una apasionada defensora de la protección de los mares. En 2014 se unió a la Alianza Mar Blava, creada para detener las prospecciones petrolíferas en las inmediaciones de las Baleares. “Los planes de Cairn Energy habrían sido catastróficos. Pero la unidad mostrada por todos los isleños, desde Ibiza a Formentera, acabó por ser más fuerte. Dijimos que no. Y seguimos diciéndolo”.
Mientras flotamos en silencio, los delfines representan un espectáculo solo para nuestros sentidos a base de saltos, silbidos y golpes de cola. “Cada delfín es diferente: algunos son tímidos, otros tontorrones y otros increíblemente valientes. Pero lo que todos necesitan es seguir viviendo en libertad”. El mensaje de Wietske es claro: “Por favor, respetad los océanos. Nos dan la vida. No tiréis basura, no naveguéis a gran velocidad, tratadlos con el amor que se merecen. El futuro de los delfines depende de ello. Y el nuestro también”.
