¿Cómo será la alimentación del futuro?

A la luz de las crecientes presiones derivadas del aumento de la población, el calentamiento global y la desigualdad en el acceso a los alimentos, el futuro está llamado a traer consigo grandes cambios en nuestra alimentación. La tecnología no sólo cambiará lo que comemos y el modo en que los alimentos se cultivan, se vuelven sostenibles y se distribuyen, sino que también creará aplicaciones increíbles para los residuos alimentarios y subproductos innovadores.
Ben Raworth
20/07/2023

Es muy probable que la comida de dentro de 30 años no tenga nada que ver, en contenido y aspecto, con la que comemos hoy en día. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se prevé que en 2050 la población mundial supere los 10.000 millones de habitantes, por lo que será necesario producir un 68% más de alimentos que en la actualidad. Satisfacer esta demanda plantea un enorme reto para nuestro planeta. En Ibiza y Formentera, tendremos que repensar los métodos de cultivo, así como considerar el uso de comida sostenible alternativa, si queremos satisfacer las demandas de un planeta que ya se aproxima al límite de su capacidad.

La tecnología va a desempeñar un papel enorme en la producción de alimentos en formas que ya empiezan a verse en todo el mundo. La automatización, incluido el uso de robots, drones y tractores autónomos, continuará potenciando la eficiencia agrícola. ¿Cómo podrían evolucionar las cosas? Consideremos el concepto de agricultura de precisión, que implica el uso de tecnología informática para controlarlo todo, desde el riego hasta la aplicación de fertilizantes y pesticidas. En lugar de hacer estas operaciones de forma uniforme, se puede establecer con precisión el momento, las cantidades y las frecuencias para llevarlas a cabo, a fin de obtener el máximo rendimiento con el mínimo desperdicio. Gracias a la tecnología, ya hemos visto utilizar claras de huevo para limpiar los océanos, transformar residuos alimentarios en aceites y fabricar ropa a partir de setas y otras plantas.

En la actualidad, sólo un 2% de los alimentos que se consumen en estas islas son de producción local. Esto tiene que cambiar. Mediante una producción más cercana a las personas que los necesitan,
se reducen los kilómetros que correr. Además de menguar el desperdicio de alimentos y los precios, las soluciones locales contribuyen a potenciar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, fortaleciendo así a las comunidades locales. Contar con una red local de productores, proveedores, mercados y restaurantes permite desarrollar un control más estricto e implementar sistemas más ágiles y menos derrochadores. Pensemos en los residuos alimentarios: los que se generan en la esfera local no sólo se pueden compostar a mayor escala y de forma más eficiente, sino que ciertos residuos pueden servir de alimento para insectos cuyas larvas constituyen, a su vez, una valiosa fuente de proteínas para los animales.

La agricultura vertical y la hidropónica son métodos que utilizan menos agua, tierra y espacio que los métodos tradicionales de cultivo en el campo. Aunque esto pueda parecer algo de alcance minoritario, nada más lejos de la realidad: la mayor granja vertical del mundo, situada en Newark (Nueva Jersey), demuestra que la agricultura vertical puede hacerse a gran escala y ofrecer resultados impresionantes. Los creadores de AeroFarm afirman que la productividad por metro cuadrado de su granja es 390 veces superior a la de una granja de campo. La población crece y las ciudades están en auge, pero ¿podríamos ver pronto rascacielos convertidos en centros de producción agrícola?

¿Qué tendremos que comer para hacer frente a los enormes desafíos que la producción alimentaria afronta en los próximos años? ¿Sabías que un tercio de las tierras de cultivo del mundo se utiliza para alimentar al ganado y no a los seres humanos? Es un dato asombroso. Si encontráramos nuevas formas de producir carne, podríamos dedicar una mayor parte de esa tierra a cultivos para el consumo humano, algo que cobrará mayor urgencia a medida que la población mundial crezca. El consumo de carne producida como hasta ahora es sencillamente insostenible.

EL CONCEPTO DE AGRICULTURA DE PRECISIÓN IMPLICA EL USO DE TECNOLOGÍA INFORMÁTICA PARA CONTROLARLO TODO, DESDE EL RIEGO HASTA LA APLICACIÓN DE FERTILIZANTES Y PESTICIDAS.

Aquí es donde entran en juego las carnes cultivadas y de origen vegetal. Comenzando por estas últimas, resulta evidente que el mercado de alternativas a la carne está floreciendo. Cadenas como Burger King ya venden habitualmente hamburguesas vegetales, y la empresa pionera Beyond Meat llevó a cabo una de las OPV más exitosas de la historia tras salir a Bolsa con una valoración de 1.500 millones de dólares, cifra que, en menos de tres meses, ascendía a 13.000 millones. Se calcula que las alternativas a la carne podrían representar un 10% de la industria cárnica mundial en 2029.

Para quienes no deseen pasarse a la carne de origen vegetal, la carne de cultivo —genéticamente igual a la carne de verdad, pero producida a partir de células animales— podría resultar una alternativa viable. Aunque esta variedad aún está dando sus primeros pasos, existen indicios de que el mercado —y las autoridades regulatorias— está empezando a aceptar la idea. En 2020, Singapur se convirtió en el primer país en autorizar la venta de carne cultivada.

También cabe la posibilidad de que la impresión 3D desempeñe un papel en la producción de alimentos. La start-up barcelonesa NovaMeat está a la vanguardia de la impresión 3D de alimentos de origen vegetal y ya ha logrado crear el primer trozo de carne impreso en 3D del mundo que, al parecer, imita la naturaleza fibrosa de la carne real.

¿Y qué pasa con la IA? La start-up californiana Cloud-Chef ha desarrollado un programa informático con el que los cocineros aficionados pueden preparar estos platos en casa. En concreto, se colocan cámaras y sensores a la altura de la placa de cocina para registrar no solo la proporción de cada ingrediente, la temperatura de la comida o la cantidad precisa de las verduras cortadas, sino también el momento exacto en que se da la vuelta a un trozo de comida, el espesor de una salsa o el grado de caramelización de un alimento, como puedan ser las cebollas. Algún día, la cocina de tu casa podría ganar una estrella Michelin.

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