Crónicas del viñedo

Saber leer los ritmos de la naturaleza y producir vinos de calidad, a pesar de unas condiciones climáticas adversas, es la seña de identidad de la buena viticultura.
Por Michelle Robertson, Ibiza Wine Tastings
28/09/2025

Si la resolución de un viticultor ha estado alguna vez a punto de flaquear, sin duda hubo de ser el verano pasado, después de tres años consecutivos de sequía en Ibiza y Formentera y con las cosechas devoradas por los pájaros. Todas las firmas bodegueras sufrieron pérdidas de al menos un 30%, lo que dificultó enormemente la preparación de la añada 2024.

Sin embargo, los viticultores de las islas, que han vivido épocas más duras en las que sus padres tenían que hacer trueques utilizando las cosechas a fin de asegurar el sustento de sus familias, han logrado adaptarse y superar la adversidad gracias a su férrea determinación. Sorprendentemente, lo que se ha perdido en cantidad se ha ganado en calidad. Además, el creciente aumento de las lluvias ofrece una perspectiva optimista para 2025.

Vistas de la bodega Terramoll.

“La agricultura es pasión y amor por el campo, no es solo negocio”, afirma Stella González Tuells, al frente de la bodega Can Rich de San Antoni junto a su marido, Juan Riera, y otro miembro de la familia, Álvaro Pérez Navazo, que ejerce como director técnico. “Es algo romántico y comprometido, es una forma de vida, una forma de ser”.

“En los años 50, los agricultores ibicencos cultivaban lo que podían y utilizaban lo cosechado como moneda de cambio para obtener otros productos o bien para conseguir dinero”, explica Stella. La algarroba, que era muy demandada para la alimentación animal, fue precisamente el cultivo que el suegro de Stella quería plantar en un primer momento, cuando a principios de los 90 adquirió la finca de 20 hectáreas de Can Rich, en Sant Antoni, y poco después la de Can Jaudis, en ses Salines, donde también hay 3.000 olivos de los que se produce aceite de oliva.

Tras una transición integral a las uvas y las aceitunas y la inversión en equipamiento profesional en 1997, los primeros vinos de Can Rich salieron al mercado con la nueva IGP (Indicación Geográfica Protegida) de Ibiza y certificación ecológica en el año 2000. En la actualidad, el grupo produce predominantemente uvas de las variedades monastrell y malvasía, ambas propias de Ibiza, con las que elabora sus vinos blancos, tintos y rosados, mientras experimenta con otras variedades autóctonas.

Stella González Tuells, Juan Riera y Álvaro Pérez Navazo, de Can Rich (Foto: ©Juan Carlos Flórez); Jose Abalde junto a su equipo en Terramoll; Antonia Torres Boned, Toni Costa Tur y Toni Costa Torres en Can Maymó.

En el caso de Can Maymó, en Sant Mateu, su actividad profesional comenzó en 1995 y la primera botella se produjo en 1999, aunque la familia llevaba muchos años distribuyendo su vino entre amigos mediante jarros, en una época en que no se estilaban las botellas selladas. Llevar a casa el vino así, sin derramar ni beber ni una gota, debía de ser todo un reto.

Antonia Torres Boned, su marido Toni Costa Tur y su hijo Toni Costa Torres conforman actualmente el equipo al frente de la bodega, si bien fue en la década de 1960 cuando el padre de Antonia plantó las viñas de monastrell que todavía producen alrededor de un kilo y medio de uva por planta.

Con siete hectáreas repartidas en cuatro parcelas con viñas de monastrell, malvasía, syrah y merlot, lo que ha funcionado excepcionalmente bien para estos viticultores es una variedad de la malvasía que en Ibiza se conoce como grec. Por su parte, el vino único que producen es un tinto tradicional, elaborado predominantemente con monastrell y notas distintivas de tomillo, un homenaje a las prácticas vitivinícolas autóctonas de Sant Mateu.

Vistas del terreno de Can Rich

José Abalde, enólogo y director de la bodega Terramoll de Formentera, describe los aromas y sabores distintivos de sus vinos como “muy concentrados y con un toque salino”, gracias a “los altos niveles de radiación solar y a los vientos constantes que transportan una gran cantidad de sal marina. Las condiciones climáticas son extremas, marcadas por la escasez de precipitaciones”.

Fundada en el año 2000 por Javier Moll, Terramoll produjo unos 6.000 litros en la añada 2024, compuesta exclusivamente de vino blanco y rosado. La falta de lluvias y una plaga de palomas torcaces y de conejos provocaron que, por primera vez en la historia, no se produjera vino tinto. En cualquier caso, en Terramoll están encantados con lo que han sacado este año: los vinos Savina, Astarté y Rosa de Mar.

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