“Yo era un punki muy rebelde de 16 años que vivía en un pequeño pueblo de Yorkshire”, ríe David Piccioni, mirando al mar desde el piso superior de su restaurante. “Mis padres eran inmigrantes los dos, de África del Sur y de Italia, así que nunca me sentí realmente integrado. Mientras todos mis compañeros estaban en el pub bebiendo y peleándose, yo frecuentaba el único club gay de la ciudad. Tenía una gran puerta de metal porque era habitual que algún lugareño de mentalidad cerrada le lanzara bombas incendiarias, pero a mí me encantaba porque allí descubrí la música dance”.
Piccioni es hoy el orgulloso propietario de Amante Ibiza y Aiyanna Ibiza, dos restaurantes galardonados en la costa este de la isla que se merecen todos los elogios que reciben. Su aventura comenzó cuando se trasladó a Nueva York después de acabar la Universidad. “No me importaba no tener ningún plan, pero sabía que tenía que estar en esa ciudad, me hacía sentir vivo”. Tenía algo de experiencia como DJ en la Universidad de Liverpool, y pronto empezó a organizar sus propias fiestas en un local del centro. “Era una fiesta auténtica y variada, llena de tíos negros muy cool, latinos y expatriados. Una noche vino un grandullón y se presentó como Frank Roccio. ‘Esto es cojonudo, chico, aquí tienes mi tarjeta, llámame. Estoy a punto de abrir la mejor maldita discoteca de América’. Y así comenzó el viaje”. La residencia de David en The World, las noches del sábado, es ya mítica, allí estaba acompañado de Frankie Knuckles los viernes, David Morales los miércoles y más adelante Larry Levan los jueves. Hoy en día The World se sigue considerando como uno de los mejores clubes de todos los tiempos. “Eran tiempos locos, la mejor época”, recuerda mientras por delante de nosotros pasan unos que a todas luces son primerizos en Amante, boquiabiertos ante la vista hermosísima vista de los yates flotando en el Mediterráneo. “Uno de los otros propietarios era un chico llamado Arthur Weinstein que era genial. Tenía la teoría de que yo pinchaba mejor si estaba de mal humor o jodido, así que se pasaba la primera parte de la noche provocándome, lanzándome chupitos garganta abajo y tiros de Dios sabe qué, nariz arriba, sin cesar. Pinchaba toda la noche y luego me iba con todo el personal a The Loft, fue una época realmente mágica”.
«¡Abrir restaurantes no formaba parte de mi plan de vida!«
Después de trasladarse a Londres y comprar Black Market Records, cuando la tienda estaba en quiebra, Piccioni vio un hueco en el mercado y creó su amado sello, Azuli Records, un concesionario de álbumes de los EE UU difíciles de adquirir en Europa. El sello creció y le empezaron a salir fiestas por todo el mundo, incluyendo, por supuesto, en Ibiza, donde reside desde hace dos décadas. “Si te soy sincero, abrir restaurantes nunca estuvo en mi plan de vida y nunca he sido un foodie. Aunque lo que sí tengo es un gran amor por ofrecer a la gente buenas experiencias, ya sea como DJ, con mis fiestas o incluso dando pistas sobre un álbum increíble que sé que disfrutarán. Con mis dos restaurantes quiero que la gente venga y disfrute de algo que no encontrarán en ningún otro sitio de Ibiza. Quiero que vuelvan a casa y les digan a todos sus amigos lo bien que lo pasaron en este restaurante con vistas al mar. Y si lo consigo, podré irme a la cama cada noche completamente feliz”.
Etikology is a true partnership, with Seguin focusing on design and print while Criscuolo concentrates on raising the plants used in the tinting process. There’s also Ouija the cat, who “is in charge of our moral and emotional wellness!”