“Aprender a tocar un instrumento musical en realidad consiste en aprender sobre uno mismo —afirma Flavio Salvaje con una voz tan fluida y serena como las notas que saca de su handpan—. Es un viaje espiritual en el que te vas quitando las capas de limitaciones que has acumulado durante mucho tiempo. Es como ese profesor que una vez te dijo que nunca llegarías a nada: ¿por qué sigues creyéndolo? ¿Por qué no desaprendes todo eso y aprendes a hacer algo hermoso?”.
Hoy en día, las manos de Flavio danzan con gracia sobre la brillante superficie del handpan, del que extraen evocadores ritmos melódicos. Pero no hace mucho, esas mismas manos estaban cubiertas de callos, tras más de una década dedicadas al negocio familiar de la construcción en Berna.
“He mudado de piel varias veces —afirma con una sonrisa serena— y cada vez me he alejado más de lo que fui una vez. Cuando terminé la escuela no tenía ni idea de lo que debía hacer. Mis padres me orientaron hacia la construcción: catorce largos y tristes años construyendo para otros, en los que sentía que no estaba construyendo nada propio”.
La música se convirtió en su vía de escape. Primero, a través del mundo de la producción electrónica y pinchando como DJ, donde empezó a descubrir nuevas formas de expresión. “Por fin había encontrado un lenguaje que tenía sentido para mí: la música. Pero incluso entonces sentía algo más profundo que me llamaba”.
Esa llamada lo guio hasta el handpan. “Durante toda mi vida he sentido una corazonada. Es como si el instrumento y yo estuviéramos destinados a encontrarnos. Y cuando por fin lo hicimos, todo cambió”. A base de actuar en festivales por toda Europa, Flavio acabó por recalar en Ibiza, un lugar que ahora considera su hogar.
“Siempre soñé con una vida en conexión con la naturaleza, rodeado de gente que busca lo mismo: equilibrio, creatividad y una forma de vida más consciente. Ibiza dio voz a mi música”. Bajo la dirección de Henry Sarmiento, de Sonic Vista Studios, y con la orientación de la coach y representante Ishka, Flavio acaba de publicar su asombroso álbum de debut, Prayers.
“¿Que cómo describiría mi música? He dedicado siete años a este instrumento: refinándolo, perseverando y evolucionando. Ahora estoy listo para mostrar todo lo que puede llegar a ser el handpan. No es tan solo un intrumento para meditar, sino también toda una voz de la música contemporánea”.







