Cuentan que una vez que se descubre el mundo submarino no hay vuelta atrás. NATIV habla con Joan Pereyra, el hombre que cambió su vida laboral en tierra firme por otra en las profundidades del mar.
Todos hemos visto el documental de Netflix “The Octopus Teacher”, que documenta el año que pasó el cineasta Craig Foster forjando una relación con un pulpo común salvaje en un bosque de algas de Sudáfrica. Pues bien, nosotros hemos conocido al buceador de las profundidades de Ibiza: Joan Pereyra, un hombre que se licenció en veterinaria pero que desde hace tres años ha cambiado su bata blanca por un traje de neopreno y una cámara. “Nunca he visto ‘The Octopus Teacher’”, ríe Joan, “lo que sé es que he buceado en océanos por todo el mundo y nada supera al Mediterráneo. Cada día veo algo que me deja sin palabras”.
2022 ha sido un año importante para Joan gracias a su búsqueda diaria de nuevas especies de babosas marinas en aguas de Ibiza, 89 hasta la fecha, por lo que es la comidilla del mundo marino local. Pero son sus aventuras con un pulpo y sus huevos lo que nos ha mantenido a todos pegados a sus redes sociales: “Descubrí a la hembra a principios de verano” dice Joan. “Estaba en una pequeña cueva protegiendo sus huevos y empecé a visitarla a diferentes horas del día. Al igual que los seres humanos, cada pulpo tiene su propia personalidad y sus propios gestos, y me di cuenta de que era más acogedora por las tardes, lo que me permitía acercarme y tomar fotografías mientras se relajaba en mi compañía. La incubación dura entre uno y tres meses, pero a los pocos días pude ver a las crías de pulpo dentro de los huevos, y fue entonces cuando se puso nerviosa”.
Hay muchos depredadores en nuestras aguas y algunos llegan por sorpresa. “Una tarde empezó a ponerse muy nerviosa dentro de la cueva, sacudiendo las patas. Al darme la vuelta vi a dos meros nadando a mi lado con evidentes malas intenciones. En ese momento el pulpo salió del agujero para agarrar una gran roca plana y en segundos se había atrincherado en su cueva. No era casualidad que la roca encajara tan bien, la tenía preparada para emergencias”.
La pasión de Joan por las profundidades le ha llevado a recorrer el mundo y a vivir muchos momentos especiales: “Una de las inmersiones más interesantes fue en las Galápagos, en la isla de Darwin, donde estuve entre cientos de tortugas marinas, tiburones martillo y tiburones ballena. Pero la vida marina en el Mediterráneo es lo que más me gusta: no encontraremos grandes peces ni corales de colores brillantes, pero las praderas de posidonia contienen una inmensa cantidad de vida, incluidos fascinantes nudibranquios y opistobranquios”.
El turismo sigue creciendo aquí, al igual que las embarcaciones de recreo que congestionan las aguas que rodean las islas. Es un hecho que no pasa desapercibido para Joan: “Las reglas que establecemos deben ser respetadas para que la increíble biodiversidad acuática pueda sobrevivir. Si todos aportamos nuestro grano de arena, podremos preservar este mundo encantador. Mi misión como fotógrafo submarino es mostrar al público en general las maravillas que tenemos, para que se respeten y puedan durar para siempre…” .