“Hay una cita budista que describe el espacio entre nuestras respiraciones, en el momento entre la inhalación y la exhalación. Un lugar en el que rara vez nos fijamos o visitamos y del que surgen todos los pensamientos, acciones, comportamientos y movimientos. Esta cita es lo más parecido a la sensación que tiene un apneísta cuando está descendiendo al fondo del océano. Notas cómo los pensamientos y las emociones pasan, simplemente van y vienen. Y es una desconexión mental total de todo lo demás”.
David Phillips nació en Gran Bretaña y se trasladó a España con su familia cuando tenía 12 años. Un amigo del colegio en Marbella pronto le enseñó los secretos de la vida, introduciéndole en las delicias de las tapas, la cerveza San Miguel y un nuevo idioma.
Pero fueron las actividades extraescolares las que realmente fascinaron a David: largas horas en el mar Mediterráneo maravillándose de la capacidad de su amigo para sumergirse en el fondo marino con una sola respiración, a unos 30 metros de profundidad. Pasaron unos años y el mismo amigo abrió un bar en una zona conflictiva de la ciudad. Empezaron a sucederse noches locas de LSD, robos de coches y visitas periódicas de la Guardia Civil, y David supo que había llegado el momento de marcharse, pero ¿a dónde? Recordó un viaje familiar a la isla de Ibiza, donde los días se pasaban en aguas cristalinas y las noches estaban llenas de personajes extraños sobre zancos que promocionaban discotecas. Una vez más, Ibiza había obrado su magia.
Veinticinco años después, David Phillips es una leyenda en la isla. Fue DJ residente en DC-10 y Space, co-fundador del Hostal Boutique Salinas y ahora es el hombre detrás de la compañía Saltfish Freediving Ibiza, tu puerta de entrada para explorar el mundo submarino de las Baleares.
El buceo a pulmón se basa en un reflejo subconsciente de los mamíferos: en cuanto el agua fría rodea la cara, el cuerpo desplaza el torrente sanguíneo de las extremidades al cerebro y al corazón y ralentiza los latidos. “La gente se asusta cuando echa esa primera mirada hacia abajo, sé que a mí me pasó cuando vi a mi amigo desaparecer en el abismo hace tantos años. Pero se relajan cuando les explico que la apnea no es algo mágico; es uno de los deportes más seguros del planeta si escuchas y sigues las técnicas y los procedimientos correctos. Con eso viene la seguridad, la confianza, el progreso y, en última instancia, el puro disfrute”.
Pueden pasar accidentes, por supuesto. Hace siete años el deporte se vio sacudido cuando la campeona mundial de apnea, la rusa Natalia Molchanova, desapareció a más de tres kilómetros de la costa de Formentera tras ser arrastrada por fuertes corrientes submarinas. Pero estos accidentes son extremadamente raros y hoy en día la apnea es uno de los deportes que más rápido crece en el mundo.
“Lo primero que te enseñamos es lo que le pasa a tu cuerpo cuando buceas, lo que te da el deseo y la necesidad de respirar y el conocimiento de que no son tus niveles de oxígeno los que bajan, sino los de CO2 los que suben. Una vez que conoces mejor lo que ocurre en tu cuerpo, eres capaz de interpretar las sensaciones que tienes cuando quieres respirar. Empiezas a verlas como algo no tan desagradable y creas una tolerancia mental y física. Es un poco como correr; hay barreras que no son de dolor, sino barreras de incomodidad que aprendes a atravesar. La apnea igual. No hay caídas masivas en picado porque tu cuerpo no te lo permite; te enseñamos a igualar, a aprender la postura correcta y a progresar lentamente. Primero te hacemos disfrutar de las inmersiones a 10 metros y a partir de ahí seguimos”.
Para disfrutar de algunas de las mejores experiencias, David te llevará al norte de Ibiza, donde descubrirás cuevas, túneles y muchos puntos de inmersión. “En el norte hay una profundidad inmediata con menos corrientes y un paisaje más espectacular”, admite. “Mucha gente piensa que Formentera debe ser increíble para bucear en apnea, pero al igual que en Es Vedrà, allí las corrientes son desgraciadamente una locura. Sin embargo, hay una piscifactoría en ruinas que está completamente sumergida y en la que se puede nadar entre columnas y jaulas, que es bastante especial”.
Para un amante de las profundidades, su vida parece bastante idílica. Mientras que sus veranos los pasa en Ibiza enseñando las maravillas de la apnea, sus inviernos los pasa en el remoto pueblo pesquero beduino de Dahab, en Egipto. Rico en corales, con abundante fauna marina y lugares como el Blue Hole de 100 metros –“la inmersión más peligrosa del mundo”–, Dahab está reconocido como uno de los principales lugares de buceo del mundo. Y es aquí donde Phillips pretende mejorar pronto su marca personal de 80 metros y entrar en el mágico “Club de los 100”.
“Una vez que bajas a 50 o 60 metros, sientes que has llegado a un lugar donde nadie puede alcanzarte. La sensación de éxito es increíblemente estimulante y de repente te enfrentas a cosas que nunca pensaste que podrías hacer. Y yo me siento como si hubiera estado en la Luna…”.