Fue en mi primer octubre en la isla, muchos años atrás, cuando presencié una escena que nunca he podido olvidar. Un hombre jugaba con su perro en la playa. En un momento dado, lanzó una pelota al mar y el fiel animal, agitando la cola con frenesí, no dudó un instante en lanzarse al agua para recuperarla. Mientras el perro nadaba para salir del agua, el hombre se subió a su coche y se marchó, dejando atrás al can triste y confuso. Más tarde me contaron que esta forma de abandonar animales es frecuente en Ibiza. Al final de la temporada turística, muchos dueños que encontraron “útiles” a sus mascotas durante el verano se deshacen de ellas. Ya no las necesitan, así que ya no las quieren.

Hoy, la naturaleza del problema de estos perros en Ibiza ha cambiado, pero la tristeza de su situación persiste. Cualquiera que eche un vistazo a las publicaciones locales en redes sociales un día cualquiera verá los mismos mensajes. “Perro perdido cerca de Cala Llonga”. “¿Alguien ha visto a este cachorro?”. “Encontrado perro vagando por Sant Josep”. Los nombres y las caras cambian, pero el patrón se mantiene. La isla tiene un problema de perros extraviados que no se reduce a una cuestión de dueños irresponsables o de mascotas que se cuelan en el jardín del vecino.
“AL FINAL DE LA TEMPORADA TURÍSTICA, MUCHOS DUEÑOS QUE ENCONTRARON ‘ÚTILES’ A SUS MASCOTAS SE DESHACEN DE ELLAS. YA NO LAS NECESITAN ASÍ QUE YA NO LAS QUIEREN”.
¿Por qué hay tantos perros perdidos en Ibiza? Las respuestas son múltiples: un mal adiestramiento, cercados deficientes, la cultura de vida al aire libre o, simplemente, la costumbre tan extendida en la isla de adoptar perros rescatados de la calle, muchos de los cuales arrastran el trauma de haber sido abandonados o maltratados en el pasado. Estos animales suelen ser miedosos, sensibles y propensos a huir a la primera señal de peligro.
“Aquí la cultura es diferente — dice Mateo, residente en la isla desde hace más de veinte años y orgulloso dueño de dos podencos ibicencos—. Los perros suelen estar en el exterior de las casas y a muchos se les deja vagar por los alrededores. Con el estímulo de los olores de la fauna local y otras distracciones, es fácil que se alejen demasiado. Apartas la vista un segundo y ya no están”.


En estas imágenes vemos las instalaciones de DUO Ibiza, algunos de los perros que encuentran sus buenos cuidados allí, así como gran parte de los integrantes de la organización.
El pasado enero, las redes sociales de Ibiza vieron cómo se desarrollaba minuto a minuto una de estas historias. Ember, la perra de Sadie Mills, desapareció durante una excursión por ses Salines, por una ruta conocida por su dureza. “Ember estaba caminando con mi marido Steve y un grupo al que no conocía. En un momento dado, se angustió al no encontrar ninguna cara conocida y desapareció”, recuerda Sadie.
Lo que siguió fue una búsqueda de ocho días que mantuvo en vilo a toda la isla. Con la ayuda de voluntarios y amigos, Sadie imprimió cerca de quinientos carteles y buscó día y noche, valiéndose de linternas, drones y otros perros. “La primera noche fue la peor —asegura Mills—. Saber que estaba ahí fuera sola mientras caía la oscuridad… Me sentí impotente. Sentí que le había fallado”.
Pese a todo, durante la semana que siguió, Sadie recibió una avalancha de ayuda, en una nueva demostración del espíritu solidario de Ibiza. “Me conmovió la forma en que la comunidad de Ibiza se unió para ayudarnos. Había desconocidos que dedicaban su tiempo a intentar encontrar a nuestra querida Ember, incluso gente que decidió no ir a trabajar para intentar encontrarla”, dice Sadie.
Por fin, al octavo día ocurrió un milagro: una pareja de turistas procedentes de Marruecos vio a una perra temblorosa bajo un arbusto en Platja d’en Bossa. Era Ember. Habían visto uno de los carteles pegados por los muros de la isla, así que llamaron de inmediato para que la rescataran.
“PORQUE EN EL PARAÍSO, IGUAL QUE EN TODAS PARTES, EL AMOR CONLLEVA UNA RESPONSABILIDAD. Y NUESTRAS DECISIONES PUEDEN CAMBIAR LA VIDA DE LOS PERROS DE IBIZA.”
Sadie y Ember tuvieron suerte. Pero hay muchos otros casos en los que perros y dueños no vuelven a encontrarse. La organización sin ánimo de lucro DUO Ibiza Animal Rescue lleva trabajando en la isla desde 1993. Compuesta en su mayoría por mujeres, la entidad rescata animales abandonados (principalmente perros) y les ofrece un refugio, rehabilitación y la oportunidad de ser adoptados.
Trabajan en estrecha colaboración con las perreras locales y a menudo acogen a los animales más necesitados: los enermos, los asustados o simplemente los abandonados. Pero los retos a los que se enfrentan son incesantes.
“Uno de los mayores problemas es que la gente no entiende lo que realmente necesita un perro —dice Vera Rechemberg, presidenta de DUO—. Mucha gente se hace con uno para después trabajar diez horas al día, seis días a la semana. El perro se queda en casa ladrando, mordisqueando los muebles y volviéndose loco de soledad. Y luego la gente se queja de que es un perro ‘malo’. Pero no es culpa del perro”.
El acceso a la vivienda es otro obstáculo. En un mercado de alquiler saturado, son pocos los propietarios que aceptan mascotas. Esto a menudo lleva a la búsqueda apresurada de un nuevo hogar para el animal, cuando no directamente a su abandono. Y hay otros factores: camadas no deseadas, compras impulsivas y una falta general de educación sobre esterilización y castración. Todo ello contribuye a una crisis continua oculta tras la belleza de postal de Ibiza.
Sin embargo, entre nubarrones se avistan algunos destellos de esperanza. Vera nos cuenta la historia de una hembra de podenco salvaje que pasó sus primeros cuatro años sin adiestramiento ni control. Hicieron falta seis personas para capturarla y trasladarla al refugio de DUO, donde siguió mostrándose sumamente recelosa. “Un día llegó una joven. Le echó un vistazo y supo de inmediato que era ella —dice Vera—. Fue amor a primera vista. Al principio no estábamos seguros. Pero pidió un mes de prueba. Y lo logró. Ahora son inseparables”.
Así pues, ¿qué podemos hacer? Para empezar: educar, adoptar de forma responsable, esterilizar y castrar y, sobre todo, no asumir jamás que tener un perro es fácil. Porque en el paraíso, igual que en todas partes, el amor conlleva una responsabilidad. Y nuestras decisiones pueden cambiar la vida de los perros de Ibiza.







