“La gente de Ibiza llama a mi padre el médico del motor”, ríe Nic Schroth mientras desaparece bajo el casco de un barco en el negocio familiar de yates Marina Es Faralló, en Santa Eulalia. Su padre, Michael, sorprendió a su joven familia cuando Nic tenía sólo un año anunciando que dejaban su hogar en Pforzheim, Alemania, para mudarse a Ibiza. Quería vivir junto al mar y no había nada más que hablar.
“Tenía cinco años cuando me llevó por primera vez a pescar con arpón, era fascinante. Conocía todos los rincones secretos de Ibiza y yo le veía sumergirse en el agua y volver momentos después con un hermoso mero o un pez limón. Sin embargo, no me permitía ir con él hasta que pudiera cargar el fusil yo mismo, así que practicaba todos los días después del colegio”.
Las aguas que rodean Ibiza también están repletas de dentones, rotjas, lubinas y doradas, y aunque muchas zonas están prohibidas sin licencia, este deporte es muy popular en el sur de la isla y también al norte de Cala Vicente hasta San Antonio. Pero no es fácil.
“Hace falta mucho equipamiento que no resulta barato”, admite Nic. “También hay que estar en forma y tener la mente despejada cuando se entra en el agua, ya que nunca utilizamos ayudas respiratorias. No sólo es ilegal, también queremos ser justos con los peces”.
La pesca submarina es la modalidad de pesca más sostenible y ética por muchas razones: es la más selectiva por especie, tamaño y cantidad. También es el más respetuoso con el medio ambiente, ya que no utiliza redes, no contamina y no daña el paisaje submarino circundante.
“Es increíble poder desconectar la mente de nuestro mundo a la vez que vives increíbles aventuras. Y no hay nada mejor que la sensación de estar en el fondo del mar y que de repente te sorprenda un delfín, una tortuga, un tiburón o una ballena”.