La sinagoga secreta de Ibiza (y sus no tan secretos dulces elaborados por monjas)

Apenas se nota: un agujero en la pared, quizás de un metro de ancho y no mucho más de alto, en una calle empedrada en la zona alta de la antigua Dalt Vila de Ibiza. Ahí esta la sinagoga secreta de Ibiza.
Nick Clayton
15/07/2022

Apenas se nota: un agujero en la pared, quizás de un metro de ancho y no mucho más de alto, en una calle empedrada en la zona alta de la antigua Dalt Vila de Ibiza. Pero detrás de estos anónimos barrotes de acero se esconde un legado en ruinas de la legendaria tolerancia y conocida cabezonería de los habitantes de esta isla. Sellada durante más de 100 años, ésta era la entrada a lo que se llama en el ibicenco local ‘El carrer dels Jueus’, es decir, ‘La calle de los judíos’. En la penumbra apenas se vislumbra la puerta de una sinagoga secreta.

En cierto modo, la existencia de la calle no es una sorpresa. Como en muchas otras zonas de España, Ibiza tuvo una próspera población judía que convivió pacíficamente durante siglos con musulmanes, cristianos y otras religiones. Pero a finales del siglo XV llegó la Inquisición. Los judíos fueron expulsados de España, obligados a convertirse al catolicismo o masacrados. Durante siglos se asumió que correrían la misma suerte en Ibiza y Formentera que en Mallorca. En cambio, parece que aquí pasaron a la clandestinidad, aunque no exactamente fuera de la vista.

La sinagoga «secreta» estaba situada debajo de un convento. La Capella de Sant Cristòfol sigue allí, justo al otro lado del adoquinado de la calle Sant Ciríac. ( Un consejo: las monjas siguen vendiendo dulces deliciosos a los viajeros que suben a la catedral). Es difícil imaginar que el lugar de culto judío pudiera estar oculto durante mucho tiempo. La zona estaba repleta de monjes, sacerdotes y monjas, apenas a un tiro de piedra del palacio del cardenal, el cuartel del ejército y el ayuntamiento. Lo más probable es que la sinagoga sólo fuera un secreto para los representantes religiosos y gubernamentales que visitaban la isla. Entonces, como ahora, los ibicencos se vuelven testarudos si alguien de fuera les dice lo que tienen que hacer, sobre todo si ese alguien son las autoridades de Palma.

Al mismo tiempo, Ibiza tenía una fama no poco merecida como hogar de piratas y contrabandistas. No era raro ver a judíos participando en estos negocios ilícitos. Y los isleños tampoco es que destacaran por su ferviente catolicismo. Entonces, como ahora, su actitud era de vivir y dejar vivir.  

Sin embargo, es difícil encontrar pruebas fehacientes de la existencia de esta antigua comunidad judía. [Gran parte de lo que sabemos fue recopilado por Gloria y Leslie Mound, que vivieron en Ibiza en la década de los ochenta ntes de trasladarse a Israel. ] El registro antiguo de la propiedad, el Catastro, muestra que la «Calle de los judíos» hacía claramente honor a su nombre. La Sra. Mound también encontró fragmentos de un pergamino sagrado del siglo XIV del Libro de Ester ocultos entre las páginas del registro de la propiedad y fechado alrededor del año 1770. Era una época en la que la Inquisición creía que en Ibiza «nadie practicaba las leyes de Moisés ni de Mohamet». Se habrían quedado más que sorprendidos al saber que, según la señora Mound, las bodas y otras ceremonias judías eran oficiadas por sacerdotes católicos.


No sólo en Ibiza la práctica religiosa judía era un secreto a voces. En Formentera, la gran finca de Can Marroig, en la costa noroeste, escondía una sinagoga que fue mostrada a un visitante de Inglaterra en la década de 1930. Resultó imposible realizar una segunda visita debido al estallido de la Guerra Civil, tras la cual Formentera fue utilizada como campo de concentración por las fuerzas victoriosas del general Franco. Muchos de los judíos de Ibiza perecieron luchando contra el fascismo en el bando republicano. Más tarde, los aliados alemanes de Franco tuvieron un cuartel de la Gestapo en Mallorca. Aunque no había ninguna razón formal para que los judíos no regresaran al final de la Segunda Guerra Mundial, la España «neutral» de Franco se convirtió en el hogar de muchos oficiales nazis. Algunos vivían en Ibiza.

Sería interesante saber qué queda de la sinagoga secreta de Ibiza y de la Calle de los judíos. Pero, con tantos otros secretos de Dalt Vila aún por descubrir, parece que pasará un tiempo antes de que los arqueólogos se pongan a excavar.

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