Sobrasada: un manjar sin complicaciones

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Aunque no se conoce el origen exacto de la sobrasada, los historiadores sostienen que este método de conservar la carne se comenzó a usar en época medieval y procede de Oriente Medio.

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La práctica de embutir la carne en tripas de animal para conservarla llegó a Ibiza y el resto de las islas Baleares con el Imperio Romano, pero se abandonó con la presencia musulmana en el archipiélago.

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La elaboración de la sobrasada retornó a las islas con la dominación de los reinos cristianos, a partir del año 1235. La matanza del cerdo se realizaba tradicionalmente en invierno, contando con la participación de toda la comunidad.

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La palabra sobrasada proviene del italiano sorpressa, que significa «prensado», en referencia a la técnica aplicada a la carne para embutirla.

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Se cree que la primera referencia histórica a la sobrasada se encuentra en un documento de 1403, en el que el rey Martín I de Aragón solicita sobrasada y otras viandas al mayordomo del rey Martín en Sicilia.

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El florecimiento de la sobrasada como forma de conservación de la carne comenzó en el siglo XVI, pero no fue hasta el siglo XVIII que se incorporó a la receta el pimentón, el cual da a la sobrasada su característico color rojo.

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Tradicionalmente, las mujeres preparaban las tripas y la mezcla de la carne con hierbas y especias. Hecho esto, los hombres se ocupaban del relleno de las tripas, mientras que las mujeres se encargaban de separar el embutido en trozos más pequeños.

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Hoy en día, la sobrasada se elabora condimentando con pimentón la carne bien picada de la raza de cerdo negro regional, tras lo cual se la deja curar al aire libre, normalmente entre uno y ocho meses. En nuestra opinión, la mejor manera de comer sobrasada es untarla en pan tostado.