En una tranquila tarde de lunes del mes de mayo, Larry Gagosian acudió a la sala de subastas de Christie’s en Nueva York y pujó 195 millones de dólares por una de las serigrafías de Marilyn Monroe hechas por Andy Warhol. Esta obra es reconocible al instante. “Shot Sage Blue Marilyn” ha sido copiada millones de veces. ¿Alguien sabría detectar si es una auténtica Marilyn de Warhol lo que cuelga en la pared de la mansión de Gagosian en Manhattan, o una réplica de 500 dólares? Lo más probable es que no.
Esa Marilyn es el equivalente “vieja escuela” de un NFT. Se puede copiar un número infinito de veces, pero sólo hay un original demostrable. Un “non-fungible token”, o activo digital no fungible, consigue el mismo efecto al poner una firma única e irrepetible en un fragmento de código informático. Puede ser una obra de arte, una pieza musical, una prenda de vestir digital para un avatar, incluso un tuit. Cualquier cosa. Si es digital, puede ser un NFT. Esto abre un mundo de posibilidades y, tal vez, una caja de Pandora.
Los primeros ejemplos conocidos de esta tecnología en cuanto estuvo disponible hace cinco años fueron, posiblemente, los CryptoPunks, 10.000 imágenes únicas generadas digitalmente e inspiradas en Daft Punk y la escena punk londinense. Este tipo de arte subió de nivel cuando el artista gráfico Mike Winkelmann, bajo su nombre de usuario “Beeple”, vendió una obra por 69 millones de dólares. Probablemente a nadie le sorprenda saber que la compró un inversor en criptomonedas, Vignesh Sundaresan, más conocido como “MetaKovan”.
Ahora los NFTs están empezando a invadir el mundo real. El colectivo global Party Degenerates se ha asociado con Ushuaïa y Hï Ibiza para crear NFTs que permitirán el acceso ilimitado a las discotecas durante todo el verano. Las representaciones de su arte digital estarán repartidas por las calles y discotecas de la isla. El objetivo del proyecto es demostrar que los NFT no son algo que sólo tiene sentido dentro de un universo digital, sino que pueden crear una comunidad que se conecte en la vida real.
Mientras, Amnesia en Ibiza sigue el ejemplo del mundo del arte tradicional, en el que los propietarios no exponen sus cuadros en sus casas sino en galerías públicas. El NFT estrella de Amnesia, creado por el artista Hipworth, que realizó el famoso retrato de Carl Cox, existirá en línea y como un mural gigante dentro del club. Junto con el NFT se incluye una mesa VIP de por vida para el propietario y tres invitados.
Una edición limitada de 100 NFT de la pirámide de Amnesia existirá tanto como fractal psicodélico virtual animado en 3D como un colgante físico diseñado por los joyeros australianos Heart of Bone. Éste contendrá un chip que otorgará a dos personas acceso VIP gratuito por la noche con dos bebidas para cada invitado. Otros 50 NFT incluirán un videoretrato de Ricardo Villalobos creado por Sixe Parades junto con una selección de complementos VIP. Y no sólo son las discotecas. El año pasado, el DJ Steve Aoki lanzó una serie de NFT híbridos de anime y música con el artista Maciej Kuciara.
Musicians are seeing minting NFTs as an easy way of releasing work without giving half their royalties to agents, lawyers and distributors. Kings of Leon were the first major band to put out an album as an NFT.
NFTs are in their early days but offer infinite possibilities. Most examples will crash and burn. Others will fly high then disappear. But eventually they’ll be so ubiquitous we won’t talk about them any more. And still no one will know what NFT stands for!