¿Y si pudieras aumentar tu esperanza de vida en 30 años? ¿O en 50? ¿O incluso parar totalmente de envejecer? ¿Y si tu organismo se pudiera arreglar cada cierto tiempo para que nunca llegara a fallar? ¿Y si hubiera una pastilla que impidiera que tu cuerpo envejeciera y se debilitara? Y en caso de que el corazón te falle, ¿y si pudieran hacerte uno nuevo sólo para ti? ¿O inyectarte células para rejuvenecer desde dentro? ¿Y si pudieras, en la práctica, engañar a la muerte?
Los avances tecnológicos que nos hacen gozar de la salud de la que actualmente disfrutamos resultan asombrosos. Desde los antibióticos hasta las terapias con células madre, nuestro ingenio y determinación para vivir más y mejor han cambiado radicalmente la experiencia humana en el último siglo. Aunque en el pasado se consideraba inevitable sufrir un declive gradual por el envejecimiento, los últimos avances científicos sugieren que esto no tiene por qué ser así. ¿Cuál es la realidad científica en la que se basa la lucha contra el envejecimiento?
Gracias al descubrimiento de los mecanismos subyacentes del envejecimiento, estamos cada vez más cerca de poder retrasar la aparición de afecciones relacionadas con la edad y abordar las causas de las enfermedades degenerativas. Los últimos avances en biología del envejecimiento han conseguido prolongar la vida y la salud en múltiples clases de animales, y algunos de los fármacos asociados ya están siendo utilizados en humanos.
Así, ha surgido un nuevo ámbito para la ciencia –la investigación sobre la longevidad, también denominada gerociencia– que nos está ayudando a comprender los mecanismos biológicos subyacentes en la forma y los motivos por los que envejecemos. En resumen, la naturaleza y la velocidad del proceso de envejecimiento, así como los dolores y molestias que lo acompañan, podrían no ser inevitables.
Los investigadores ya han empezado a identificar las principales características del envejecimiento. La senescencia celular, el agotamiento de las células madre y la disfunción macromolecular –acortamiento de los telómeros y daños en el ADN y las proteínas– son componentes importantes del proceso general de envejecimiento. Estos prometedores datos ya han ayudado a identificar dianas moleculares y permiten albergar la esperanza de que el desarrollo de tratamientos para retrasar o prevenir el envejecimiento, o incluso revertirlo, podría estar al alcance de nuestra mano en un futuro no muy lejano.
Una de las áreas de progreso más prometedoras ha sido el desarrollo de senolíticos, una clase de fármacos que actúa específicamente sobre las células senescentes. Estas células, que vamos acumulando conforme envejecemos, provocan inflamaciones localizadas y matan a las células sanas aledañas. Ya se han desarrollado varios fármacos –como Dasatinib, Quercetina, Fesetina y Navitoclax– dirigidos a eliminar las células senescentes. En modelos preclínicos, se ha demostrado que los senolíticos retrasan o alivian diversas afecciones relacionadas con el envejecimiento. Otros fármacos, como la metformina, también resultan prometedores. Creada originalmente para tratar la diabetes de tipo 2, se ha demostrado que la metformina influye de forma favorable en la inflamación y la senescencia celular, procesos ambos asociados al desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad.
LOS DISPOSITIVOS WEARABLES Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL VAN A PERMITIR PERSONALIZAR NUESTRAS DECISIONES DE ESTILO DE VIDA, LO QUE AUMENTARÁ NUESTRA ESPERANZA DE VIDA EN CONDICIONES SALUDABLE
La tecnología podría ser parte de la solución. Los marcadores personales de envejecimiento también están en el centro de la próxima generación de wearables; así, estos dispositivos utilizan datos biomédicos para predecir la edad celular y la resistencia biológica del cuerpo con gran precisión. Mediante la monitorización del sueño, la frecuencia cardíaca y el movimiento, entre otros factores, los investigadores pueden ofrecer una evaluación de la edad biológica. Está previsto que el volumen de datos generados (impulsado por el coste cada vez menor de muchos dispositivos wearables y los avances en inteligencia artificial y aprendizaje automático) nos permita recibir información personalizada sobre las decisiones que adoptamos en materia de estilo de vida, lo que aumentará nuestra esperanza de vida en condiciones saludables. Los avances de la medicina regenerativa y la ingeniería de tejidos también ofrecen la posibilidad de sustituir células dañadas e incluso órganos enteros.
Así, la investigación sobre longevidad ofrece ya una oportunidad real de prolongar la parte sana de la vida de las personas, pero el futuro está lleno de posibilidades aún más innovadoras. A medida que aumentamos nuestro conocimiento sobre la biología del envejecimiento, las terapias génicas, el descubrimiento de fármacos y la medicina regenerativa, resulta probable que pronto podamos monitorizar de forma precisa y reducir nuestra edad biológica, regenerar los tejidos envejecidos y prevenir la senescencia celular. Gracias a ello, podríamos disfrutar de una vida más larga y saludable.